“Si quieres que tu secreto sea guardado, guárdalo tú mismo.” – Séneca.
La injerencia de Estados Unidos sobre los países de Latinoamérica es una operación compleja de vieja data. El imperio bicentenario postuló en su momento que todo el continente americano le pertenecía: recordamos los viejos lemas “América para los americanos” (es decir: el continente americano para los norteamericanos) y “El patio trasero”, fueron emblemas dentro de lo ideológico llevado a la práctica.
Sus aspiraciones sobre Venezuela, en el presente, tienen que ver con la intromisión ilegal en estos tiempos. Edgar Lander señalaba acerca de la flagrante intervención contra Chávez a principios de milenio : “La política estadounidense hacia Venezuela está enmarcada dentro de la doctrina Bush, de acuerdo a la cual o se está con los Estados Unidos o se está en contra y por lo tanto se es sospechoso de terrorista o de auxiliar a terroristas…”
Para entender mejor la realidad se remarca que, el ordenamiento internacional obligatorio y consensuado a través de las Naciones Unidas, les corresponde a los países débiles, pero al “digno” Estados Unidos, no. El imperio hace lo que quiere y como quiere.
Existe una faz mucho menos visualizada a nivel mediático y es la acción solapada y laberíntica de los servicios de inteligencia norteamericanos en todo el continente para influir y someter a los países periféricos.
La detención de Marcelo D´alessio; espía estadounidense; falso abogado; falso ciudadano argentino; extorsionador serial; es uno de los casos emblemáticos que va a torcer la historia que sufre Latinoamérica con la delincuencia de estos agentes “secretos” extranjeros en nuestro continente. D’alessio reconoció en grabaciones rescatadas y capturadas por el juez de Dolores, Ramos Padilla; que poseía “Valijas Diplomáticas”, es decir equipaje con contenido de información inviolable, de todas aquellas personas con las cuales se relacionaba espiándolas y las enviaba en dicha encomienda protegida al norte. El testimonio de Ramos Padillaes contundente en su exposición ante los diputados argentinos, donde claramente expone no sólo para dar conocimiento sino para pedir respaldo y protección ante la profunda sensibilidad de esta operación sobre toda la estructura política argentina.
Dilma Rousseff (Brasil) sufrió la injerencia de la NSA (National Security Agency) y no recibió disculpa alguna. La expresidenta fue expulsadatiempo después sin argumentos e ilegalmente del cargo de primera mandataria y este hecho fue reconocido por el mismo fuero parlamentario y el poder judicial. Hoy ejerce el poder ejecutivo de Brasil un presidente a la medida de Norteamérica sin importar formas ni derechos.
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Los servicios secretos son la única medida válida de la salud política de una nación, la única expresión auténtica de su subconsciente.
– John le Carré