Explicando al Peronismo: ¿un partido de poder?


Gibson analiza el caso argentino y relata cómo aquí, a partir del derrumbe de la Alianza, el peronismo se convirtió en el único “partido de poder” en el marco de una crisis sistémica.

El cientista americano Edward Gibson, egresado de Columbia y profesor en la Universidad de Norhwester, se enrola entre las corrientes que buscan entender más que juzgar al peronismo. Su análisis formó parte del trabajo “Peronismo y democracia. Historia y perspectivas de una relación compleja”, con ensayos compilados por Marcos Novaro. Y fue ampliado durante el segundo seminario que, destinado al tema, fue organizado por el Centro de Investigaciones Políticas (CIPOL) y el Programa de Historia Política de la Universidad de Buenos Aires.

En el 2005, Edward Gibson describió para Occidente el concepto “partidos de poder”. Fue en Moscú, durante un seminario. “Hasta ese momento -dice- no tenía idea de qué era ‘un partido de poder’, pero observé que el uso del concepto era extendido y compartido por analistas de la política rusa, tanto nativos como extranjeros. Después de algún tiempo, al advertir su uso y creciente manifestación empírica en ese país, comprendí el gran valor comparativo del concepto, que captura el vínculo vital entre ganar las elecciones y gobernar. A pesar de poseer atributos claramente autoritarios en su aplicación en Rusia, es aplicado en contextos medianamente democráticos”. ¿Pero qué es un “partido de poder” según Gibson? Veamos:

_ Puede ser definido como una “fuerza que, cuando está en el gobierno, logra gobernar no sólo gracias a su control de la burocracia estatal, sino también a través de sus propias redes institucionales. Es decir, el ‘partido de poder’ posee en su interior los instrumentos clave para disciplinar a los actores políticos, alimentar coaliciones regionales y aportar estabilidad para el desempeño gubernamental de sus dirigentes. Todo esto se logra gracias a la penetración social y regional de las instituciones del partido mismo. El ‘partido de poder’ es un partido que gana elecciones y que después de las elecciones continúa siendo una herramienta indispensable del gobierno”.

_ Luego de pasar revista a lo hecho por Vladimir Putin en Rusia, Gibson analiza el caso argentino y relata cómo aquí, a partir del derrumbe de la Alianza, el peronismo se convirtió en el único “partido de poder” en el marco de una crisis sistémica. Pero luego, recuperando el intenso debate que signa en la historia del país sobre la naturaleza del peronismo, señala: “Algunos lo ven como un partido dominante siguiendo la terminología de Sartori, cuya fuerza electoral desplaza a los partidos alternativos del sistema. Otras visiones menos caritativas lo consideran hegemónico (nuevamente siguiendo la terminología de Sartori), dado que su dominio está sostenido en los rasgos autoritarios del sistema”.

_ Sin embargo, para Gibson, “ninguna de estas etiquetas captura la esencia del poder del PJ (Partido Justicialista) en la situación actual. El PJ domina la política argentina porque es el ‘partido de poder’ nacional.Esto tiene poco que ver con los debates sobre el autoritarismo o democracia, o cómo éstos se relacionan con su rol partidario. Tiene sí relación con las capacidades que se derivan de la estructura institucional a nivel nacional de esta fuerza. Si ésta es usada para fines autoritarios o democráticos, es otra cuestión. Actualmente, el PJ es el único partido argentino que puede brindarles a sus líderes en el gobierno una estructura jerárquica capaz de ejecutar acuerdos, haciendo atractivo para los políticos locales respaldar a esos líderes nacionales, en función de una distribución previsible de recursos materiales y logísticos que asegurarán la tarea de construir el apoyo electoral que requieren los líderes nacionales en todo territorio”.

_ Parte importante del ensayo de Gibson está dedicado a reflexionar sobre lo que, en su consideración, es uno de los rasgos más permanente del peronismo: su “elasticidad”. Es decir, su capacidad no solo para “adaptarse a grandes shocks coyunturales en el devenir político del país, sino también para impedir el surgimiento de alternativas electorales durante tales procesos de cambio”. Desmenuzando las características de que asume esa “elasticidad”, Gibson señala que gracias a ella el peronismo ha “manifestado una habilidad darwiniana para reinventar sus estructuras de movilización electoral y sus coaliciones”.Hoy en día, el peronismo está en crisis(en términos políticos también lo está la coalición Cambiemos, con una notable pérdida de su caudal electoral). La crisis, en cierto punto, es sistémica y tiene que ver con las características propias del partido de poder. Los partidos de poder, cuando ganan, tienen una lógica de ampliar las bases. Eso mismo hicieron los ex Presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández cuando gobernaron. Ampliaron las bases, incluyendo a referentes del Partido Radical, y coordinando «Unidos y Organizados«, una agrupación que en su interior se componía de muchísimas otras agrupaciones políticas de distintos puntos del país. El problema también es que, cuando pierden, tienden a expulsar a los traidores. Muchas veces el peronismo propio se encarga de terminar con los mariscales de la derrota. En el 2015, fueron Daniel Scioli (candidato a Presidente) y Aníbal Fernández(candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires). Anteriormente, había sido Daniel Filmus en la Capital Federal, quien perdió la disputa por la gobernación en varias oportunidades, y ya para el 2015 fue reemplazado por Mariano Recalde.

Hoy por hoy, el peronismo como unidad no existe. Pero lo que sí existe son los peronistas. Y existen, precisamente, porque la condición de peronista es hoy performática: para ser peronista el único requisito que hay que tener es decir que uno es peronista. Porque, a decir verdad, cualquiera puede ser peronista, o representar distintos sectores del peronismo. Hay peronistas de derecha (como Sergio Massa) y peronistas de izquierda (como la ex Presidenta Cristina Fernández), y en ese margen hay muchos más con distintos perfiles, como Juan Manuel Urtubey (Gobernador de Salta), Juan Schiaretti (Gobernador de Córdoba), Alberto Rodríguez Saa (Gobernador de San Luis), etc.


Ilustración de época que retrata en esencia, el conocido ‘movimiento pendular’ del Peronismo.

Hay también distintos tipos de peronistas; se podrían diferenciar, por ejemplo, los que están a favor del aborto(como el Diputado Leonardo Grosso, del Movimiento Evita) y los que están en contra, como varios referentes del interior del país.

De todos modos, de ninguna manera se puede pensar que pese a la actual división y fragmentación el peronismo esté atravesando una etapa final. La tradición peronista va a seguir, dado que hay lógicas y prácticas propias del movimiento que están presentes en mucha gente. Lo que sí podría pensarse es que va a ser difícil que haya un peronismo similar al original. Es evidente que ya entrado el siglo XXI, el contexto actual económico, social, internacional e ideológico es muy distinto al que persistía cuando el General Perón fundó el movimiento.

Si uno se basa en las declaraciones de los actuales protagonistas del movimiento, la unidad es inminente.Pero si uno se basa en los gestos que tienen entre los miembros del movimiento, se podría apostar a una persistencia de la fragmentación y división del Partido. En el último tiempo ha habido muchas divisiones y mucha actividad excluyente dentro del movimiento. Es altamente probable que no haya un dirigente que pueda encabezar el movimiento en su totalidad. Ni Cristina, ni Massa, ni Randazzo, ni Pichetto, ni Lavagna ni los gobernadores de las provincias chicas (como Urtubey en Salta o Uñac en San Juan).

La realidad es que no hay un liderazgo claro y definido, sino que muchos líderes deben lograr el apoyo de varios dirigentes para poder pretender conducir el movimiento. Además, otro problema clave que tiene actualmente el movimiento es que, para que la interna sea efectiva, es necesario que haya vocación por lo institucional y respeto por los resultados («el que gana gobierna, y el que pierde acompaña«), y eso es algo que no parece ser una cualidad entre quienes pretenden conducir el movimiento

Julian Alvarez Sansone
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