Las verdaderas estrellas están en las calles

Juro asumir formalmente las competencias del ejecutivo nacional como el presidente encargado de Venezuela, para lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y tener elecciones libres”, fueron las palabras de Juan Guaidó para su autoproclamación como presidente interino ante una imponente multitud que lo ovacionó. Las manifestaciones tienen epicentro en Caracas y réplicas en todo el territorio nacional, Venezuela es testigo hoy de un día que –sin dudas- pasará a la historia como testimonio de coraje, valentía y defensa de la libertad. 

Es de público conocimiento la crisis que vive el pueblo venezolano en manos del régimen ilegítimo y dictatorial de Nicolás Maduro, una especie de heredero de Hugo Chavez Frías, que parece haber dejado atrás la cordura y el sentido común hace mucho tiempo. Aconsejado por un pájaro y habiendo viajado al futuro según sus propias declaraciones, justifica la opresión a la que somete a nuestros hermanos latinoamericanos. La crisis de la que hablo, ya no sólo es económica sino social y lo que en Argentina conocemos como “la grieta” se acentuó de tal manera que generó un inminente caos que año tras año tiene como saldo centenares de muertos, miles de heridos, millones de exilios y una falsa democracia que ya no encuentra sustento ni siquiera en las urnas.  

El #23Ene es una convocatoria realizada por la oposición en apoyo a Juan Guaidó (titular de la Asamblea Nacional) en contra de lo que definen como un presidente ilegítimo, devenido de elecciones fraudulentas y poco o más bien nada claras. Esta marcha ha tenido repercusiones no solamente en toda Venezuela sino a nivel internacional y por estas horas, el presidente que asumió su segundo mandato el pasado 10 de enero, se encuentra prácticamente atrincherado en el Palacio de Miraflores. El mismo denuncia un golpe de Estado orquestado por Washington y apela a “la fidelidad y el nacionalismo” de las milicias, su principal sustento en el poder. Mientras tanto, recibe apoyo de países no reconocidos por la ONU, algunos pocos países latinoamericanos y una potencia militar como Rusia y es desconocido por la Unión Europea, Estados Unidos y la mayor fracción de Latinoamérica.

A las milicias también apela la oposición, que plantea una amnistía para los militares que estuvieran dispuestos a cooperar con este gobierno de transición y en ese marco se apoyan más que nada en los soldados rasos, pues las altas cúspides de las instituciones ya no responden a los intereses del pueblo sino que son comandadas por el chavismo. Si bien la Fuerza Armada dice estar unida, según la ONG Control Ciudadano unos 180 efectivos fueron detenidos en 2018 acusados de conspirar, unos 10.000 militares pidieron la baja desde 2015 y más de 4.000 desertaron de la Guardia Nacional en 2018. También es importante hacer mención a 27 militares sublevados el pasado lunes, que robaron armas y tomaron un cuartel de Cotiza llamando al pueblo a salir a las calles, pero que poco tiempo después debieron rendirse y hoy se encuentran detenidos.

A pesar de que la convocatoria fue a marchar en paz, se generaron múltiples focos de represión y los disturbios que comenzaron durante día de ayer en horas de la noche, dejaron cuatro muertos reconocidos oficialmente aunque la prensa ya maneja un número de catorce. Entre ellos, un joven de 16 años llamado Alixon Pozani, quien recibió un impacto de bala en el abdomen y por la falta de agua en el hospital más cercano, tuvo que ser trasladado a otro, donde llegó ya sin posibilidades de sobrevivir. Es aquí donde quiero detener este informe y comenzar a hablar en primera persona. Como joven política idealista, identificada con las luchas sociales, y comprometida con la construcción de la Patria Grande que soñaron San Martín y Bolívar, me pregunto qué estamos haciendo. ¿Qué hacen nuestros líderes políticos? ¿Qué hacemos como militantes de base? ¿Qué pretende Nicolás Maduro dejarle a las próximas generaciones? ¿Pretende acaso dejar un país destruido económicamente, sin justicia y equidad, sin democracia y libertad de expresión, exterminado por el odio y el poco raciocinio? ¿A cambio de qué? ¿Qué es lo que ha motivado durante estas últimas décadas a los responsables del resguardo de las democracias Latinoamericanas?

Celebro con mucha emoción la participación juvenil. Nadie me va a convencer nunca de que nuestro activismo político no es el motor del cambio y la evolución que cualquier sociedad necesita de manera constante. Históricamente los jóvenes hemos sido protagonistas de grandes conquistas en todos los puntos del globo y orgullosa porto la bandera de la juventud. Pero cala el dolor en lo más profundo de mi corazón militante -y acaso revolucionario- porque la lucha que trae consigo la libertad y la recomposición de una república completamente destruida por quienes juran defenderla, no debería llevarse por delante las vidas de quienes sueñan con un mundo mejor y trabajan para alcanzarlo.

La República Bolivariana atraviesa la crisis más grande de su historia moderna; la escases de medicamentos, alimentos y seguridad es tan o más preocupante que la inflación y que la violencia que se vive por estos momentos en las calles. Quienes militamos por la vida y por la paz sabemos que ninguna revolución se hizo cuidando las formas, pero me permito creer que se pueden entablar caminos al diálogo. Y me parece fundamental hacer mención aquí a Francisco I, el líder espiritual quizás más reconocido en el mundo y que en este momento se encuentra en Panamá próximo a reunirse con la juventud de la Iglesia Católica, a aproximadamente dos horas de avión de donde se desata el conflicto. Espero (como muchos) su intervención esperanzada en que la Iglesia que tanto influye en los pensamientos y el accionar de ciertos actores políticos una vez más lo haga, en pos de la paz.

Hermanos venezolanos: esto también pasará. Alixon y los miles de muertos con los que carga el régimen chavista no habrán derramado su sangre en vano si hoy, #23Ene, su pueblo encuentra ese punto de inflexión que hace años está buscando. En lo que a los argentinos respecta, creo que es momento de unirnos todos los hombres y mujeres de bien en un grito de paz; de hecho muchos lo hicieron en CABA, asistiendo a la marcha. El momento más oscuro de la noche se registra precisamente antes del amanecer, espero con ansias que los habitantes de esa querida tierra encuentren pronto la luz. Lo único cierto por el momento es que hoy las banderas de Venezuela no tienen estrellas, porque las verdaderas estrellas… están en las calles, luchando. ¡Que viva la América Libre y Soberana!

Natalia Araujo
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