Hace tiempo -y por diversas cuestiones- que me planteo constantemente y con asombro cómo y cuánto molesta la juventud a ciertos sectores y/o actores de la política. Lo que hacemos, lo que decimos, cómo lo hacemos, cómo lo decimos y bajo qué reglas decidimos jugar este juego de poder. A mi consideración, el peronismo chaqueño que ultimadamente pareciera se reduce a Coqui Capitanich, se debate todo el tiempo entre el deber ser y el ser. El “debemos ser lo nuevo, los que damos espacios, los que integramos” y el “somos lo más conservador y violento y llegamos al punto de denigrar al de enfrente porque no podemos presentar una sola propuesta seria” parece haber llegado a su cúspide anoche, con un gobernador electo haciendo declaraciones no solo falaces sino peligrosamente irresponsables a través de las redes sociales. No lo mencionó, es cierto, pero no hace falta indagar mucho para saber quién es hoy el principal candidato a intendente de Presidencia Roque Sáenz Peña y que hace sombra precisamente al hermano del poder: Bruno Cipolini, un joven profesional y que ha dado muestras de capacidad, encabezando las encuestas y dejando atrás a Mateo Daniel, un Capitanich, con todo el peso que ese apellido -se supone- tendría que tener.
Me pregunto si lo que le molesta a Jorge Milton son realmente los consumos problemáticos, y si es así por qué en ocho años de gestión como gobernador no hemos visto una sola política pública orientada a terminar con este flagelo. Me lo pregunto porque las adicciones generan inseguridad, generan deserción escolar, generan pobreza, generan muerte. Me lo pregunto porque Bruno tiene una familia con dos niños pequeños y me gustaría saber si el intendente de Resistencia y senador y gobernador electo, se pone en el lugar de padre cuando habla con tanta liviandad de algo tan serio. Apelo al buen criterio del Coqui que alguna vez conocimos: el serio, el intelectual, el que no rompía periódicos y no utilizaba argumentos tan bajos para medirse con el adversario.
Creo honestamente que a Coqui lo que molesta es que un joven de poco más de 30 años tenga más posibilidades de gobernar Sáenz Peña que su hermano, actual vicegobernador y ex intendente de Campo Largo. A Coqui, como a muchos otros actores quizás acostumbrados al caudillismo por sobre la democracia, lo que le genera repulsión es que alguien de tan corta edad esté dotado de capacidad y la haya demostrado con prepotencia de trabajo en equipo. No es fácil hacer política y definitivamente no cualquiera llega a ser secretario de gobierno de la segunda ciudad del Chaco y uno de los candidatos a intendente más jóvenes de la provincia. No cualquiera logra tampoco conformar un equipo como el de Bruno, fortalecido a simple vista en la juventud y el profesionalismo como premisas; y para qué ahondar en la competitiva lista de candidatos a concejales, con mujeres y hombres trabajadores de todos los ámbitos y estratos sociales.
Bruno Cipolini reúne todas las condiciones para ser el nuevo intendente de la ciudad termal: compromiso, capacidad, convicción, y el acompañamiento incondicional de miles de saenzpeñenses de todas las edades que le retribuyen el amor y la empatía que él mismo les ofreció durante todos estos años. Bruno Cipolini no creció solamente por ser un Cipolini, creció por mérito propio, creció abrazando a la barriada y a los emprendedores, creció caminando las calles, creció acompañando a los deportistas, creció atendiendo el teléfono a deshora.
Bruno Cipolini, el candidato a intendente, es el mismo al que vimos sin dormir durante las inundaciones, el mismo que se rodeó de vecinos trabajadores y militantes de la vida para ayudar y acompañar a los hermanos saenzpeñenses que sufren. Bruno Cipolini no es foráneo, es el mismo que nació aquí y que está los 365 días con el vecino, sin necesidad de venir de otro lado a “instalarse” para hacer campaña. A Bruno Cipolini lo instalamos todos y lo vamos a reivindicar el domingo en las urnas, que finalmente son la única encuesta fidedigna. Ojalá en todas las localidades los jóvenes molestemos tanto a las grandes estructuras opositoras. Ojalá seamos muchos “Brunos Cipolinis”. Porque no interesa de dónde vengamos, lo importante es saber construir el destino al que queremos llegar. ¡Tu quoque juventud, en tropel al éxito! Tenemos martillo para romper las viejas estructuras y pluma para escribir las nuevas. Una vez más, estamos haciendo historia.
Natalia Araujo, joven, radical, y muy molesta.
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