El “no triunfo” de la fórmula Kirchner-Scioli

El 27 de abril de 2003 los argentinos concurrieron a las urnas para elegir al sucesor de Eduardo Duhalde, el senador bonaerense al que la Asamblea Legislativa le encomendó la misión de guiar al país luego del estallido de 2001. Ese día ganó Carlos Menem, con un 24,45 por ciento de los votos pero el presidente fue Néstor Kirchner, que había obtenido el 22,25 por ciento.

Tiempos difíciles

En el amanecer del nuevo milenio la Argentina estaba de capa caída, agobiada por el peso de una crisis económica sin precedentes. La gestión duhaldista había logrado reencauzar al país por la senda del crecimiento -no sin antes haber pagado el costo político de la represión que causó dos muertos en un piquete en Avellaneda- pero su tiempo se terminaba y era necesario consolidar la recuperación y evitar el triunfo del liberal disfrazado de peronista, Carlos Menem.

Al principio el candidato oficialista era el gobernador cordobés José Manuel De la Sota, pero no estaba bien en las encuestas. Después el Gobierno tentó al exmandatario santafesino Carlos Reutemann, pero el otrora piloto de Fórmula Uno dijo que “vi algo que no me gustó” y se fue sin decir qué fue lo que lo convenció de declinar el convite. El día de la elección se acercaba pero duhaldismo no tenía candidato, hasta que por fin acordó con Néstor Kirchner, en febrero de 2003. A cambio del apoyo del PJ bonaerense, el patagónico se comprometió a sostener la política económica y al ministro Roberto Lavagna en su cargo.

La contienda electoral presentó una gama de candidatos que reflejaban la diversidad de un peronismo fracturado y una oposición buscando capitalizar el descontento popular. Carlos Menem -acompañado por Juan Carlos Romero– por el Frente por la Lealtad y Néstor Kirchner junto a Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, emergieron como los principales contendientes en una carrera que ganó el que salió segundo, pero eso pasó unos días más tarde.

Completaron el cuadro de compartidores los binomios Ricardo López MurphyRicardo Gómez Diez, por Movimiento Federal Recrear; Adolfo Rodríguez SaáMelchor Posse, por el Movimiento Nacional y Popular; Elisa CarrióGustavo Gutiérrez por Afirmación por una República de Iguales; Leopoldo MoreauMario Losada, por la Unión Cívica Radical y Alfredo BravoRubén Giustiniani, por el Partido Socialista.

Luego de la primera vuelta las encuestas fueron favorables a Kirchner en una diferencia de siete a uno. Pero como ninguno había superado la mitad mas uno era necesario elegir otra vez pero solo entre los que salieron primero y segundo el 27 de abril. Luego de pensarlo, Menem decidió no disputar el balotaje para que el santacruceño sea un presidente débil, con apenas un 22% de los votos. El 14 de mayo el riojano confirmó su renuncia a la segunda ronda. Su carrera política entró en un cono de sombras del que nunca más logró salir. Por el contrario, la de Kirchner llegaba a lo más alto.

De la Patagonia a la Rosada

La gestión de Kirchner inauguró una década de transformaciones significativas. Con políticas orientadas hacia la inclusión y el crecimiento, su gobierno dejó una marca indeleble en la sociedad argentina. A su fallecimiento en 2010, su legado fue continuado por Cristina Fernández de Kirchner, que gobernó durante cuatro años más, con aciertos, errores y con la sombra de la corrupción que le imputaban sus detractores.

A dos décadas de su “no triunfo” la figura de Néstor Kirchner se erige como la de un líder cuya influencia se extendió más allá de su vida. Al mirar hacia atrás el expresidente es recordado por su enorme capacidad de trabajo, su carisma, su pasión por la gestión y por los resultados económicos, sin dudas mucho mejores que los que obtuvieron los quienes sucedieron al kirchnerismo en Balcarce 50.

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