Influencias históricas de los contextos sociales y políticos en la producción del conocimiento

El contexto en el que se desenvuelve el ser humano, influye de manera directa en la producción de conocimientos. Si se quiere sintetizar y/o generalizar esta influencia, se podría decir que esto parte justamente, de la socialización del individuo y su capacidad de relacionarse con la otredad. Esto supone, que cuanta más relación con “el exterior” el sujeto tenga, mayor será la influencia que recibirá en la producción de conocimientos. 

Históricamente esta influencia está ligada al sistema político debido a dos razones: en primer lugar porque es facultad del Gobierno mediante el Consejo Federal de Educación, (que es el ámbito en el que los ministros de educación de todas las jurisdicciones acuerdan las políticas educativas, debido a que la educación en la Argentina es federal) realizar los diseños curriculares correspondientes a tratar durante el año de cursado en los respectivos niveles educativos y en segundo lugar, porque no existe una política de Estado de escolarización  que no sea dinámica y esto ocurre por el mero hecho de que los contextos sociales difieren o evolucionan al transitar diferentes etapas de la historia humana e inclusive al aplicarse en los distintos grupos sociales, lo cual obliga al educador a adaptarse o comentar los hechos sucedidos en el mediano plazo pasado.

Haciendo una breve reseña histórica debemos mencionar que en nuestro País hacia fines del Siglo XIX – posterior a la consolidación de Estado Nacional – comenzaron a realizarse debates pedagógicos, promovidos por Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, idearios o seguidores de un movimiento cultural muy fuerte que era el  romanticismo europeo (atenuación de los excesos de racionalismos combinados con los sentimientos y las pasiones) que proponía de cierta forma avasallar la disputa – quizás cognitiva –  entre unitarios y federales. Es importante mencionarlo porque aquí ya se ve reflejada una influencia social y política: eras de uno u otro bando. El clero católico tampoco queda exento en este debate, ya que por mucho tiempo fueron sus representantes llevaron las riendas de la educación desde el adoctrinamiento de la práctica religiosa en nuestro territorio, hasta que con el pasar de los años fueron perdiendo potestades de participación en la misma. El primer gran golpe a esta concepción religiosa de la educación se da en 1884 cuando el Presidente Julio Argentino Roca promulga la enseñanza “común, obligatoria y gratuita”, y al poco tiempo surge una legislación inspirada por Sarmiento, la cual buscaba instaurar una pedagogía sin la creencia de Dios (laica). Esta última moción fue ratificada también en las universidades mediante la Reforma de 1918 durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen y con el aval del propio presidente. La iglesia pierde simbólicamente la influencia en el sistema educativo nacional aunque quizás hasta nuestro tiempo, esta medida no se dé tan eficazmente sino que resulta progresiva y sistemática la lucha por la educación laica.

La época más notoria de la propagación del adoctrinamiento educativo en nuestro país fue durante el primer gobierno de Juan D. Perón (1946 – 1952), con habituales prácticas educativas que tenían como fin inculcar determinados valores o formas de pensar en aquellas personas a las cuáles iban dirigidas éstas mismas, en su mayoría jóvenes. Una de esas medidas (quizá la más notoria) fue la clausura de imprentas opositoras al peronismo, lo cual desembocó en una clara censura a la libertad de expresión. Otro claro ejemplo fue la imposición legal de que todos los entes educativos dependientes del Ministerio de Educación trabajasen con el libro “La Razón De Mi Vida”, que tenía como autora a Eva Duarte; y uno más es la creación de “Torneos juveniles Juan Perón” o “Campeonatos infantiles Evita” dónde los premios simbolizaban en su nombramiento cómo “Gran premio Eva Perón” o “Trofeo Juan Perón” con premios que incluían fotografías de la pareja presidencial. Estas prácticas que para algunos resultan fascistas, resultan ser influencia directa en toda esa generación de estudiantes.

Pero no es sólo la historia o la política lo que crea paradigmas entorno a la formación de conocimientos; también se deben tener en cuenta los factores externos que afectan en forma positiva o negativa a la construcción de pensamientos propagandístico de diversos idearios, entre ellos podemos resaltar la personalidad, las capacidades cognitivas, las áreas de desarrollo del ser y el nivel socioeconómico que ostenta.

En el primer caso, la personalidad, se debe a que es muy importante la predisposición que tenga cada individuo respecto al conocimiento, su apertura y su interés por el aprendizaje o investigación. Cuanto más “curioso” resultare el ser humano, sería más difícil imponerle una doctrina o ideología.

Por su parte, las capacidades cognitivas se basan en el razonamiento abstracto, capacidad de oratoria y la buena memoria de las personas, todas estas que ayudarían a la formación de un intelecto e ideario formal y propio independientemente de las disciplinas y conceptos que puedan dictárseles. Un bajo nivel de éstas aptitudes tiene como resultado un campo dispuesto al cultivo de ideas mucho menos nutridas, y gran parte del procesamiento de los conceptos resultaría de las opiniones expresadas por terceros.

Y por último el nivel socio – económico: se hace hincapié en este punto por el hecho del acceso a la formación que pueda tener el individuo. Hay muchas personas que no logran poder continuar una carrera universitaria o terciaria por los bajos recursos y las circunstancias que los condicionan y, en muchos de los casos, intentan sobrevivir en condiciones laborales precarias, lo cual afecta directamente a las aptitudes cognitivas y limita la construcción del conocimiento.

Maxi Mosdien
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