Idiota profesional

Quiero contarles una experiencia de la psicología positiva, basada en el humor como herramienta de desarrollo consciente.

Andrés Aguilar es una persona muy especial que tuve el agrado de conocer en el año 2011 en el marco de las charlas TED, las cuales se hicieron por primera vez en Córdoba capital en el mes de agosto del mencionado año. Un hombre muy alto, grandote, con un bigote tipo mostacho muy particular, muy simpático y luminoso. Andrés hace Risaterapia, él se define a sí mismo como un idiota de tiempo completo, o si se quiere, para decirlo de un modo más cool, Idiota Profesional. En sus años de adolescente descubrió que su vocación era hacer estupideces en púbico, así que en vez de elegir una carrera convencional como la de abogado o médico cirujano, eligió la de payaso. Su mayor alegría fue cuando se enteró que existía una universidad de payasos, en la cual cursó sus estudios. Después de recibirse comenzó su “carrera profesional” (lo pongo entre comillas, porque sería lo que él haría con sus dedos al decir “carrera profesional” juntando los dedos índice y mayor de ambas manos mientras se doblan al mismo tiempo y poniendo una cara que solo él puede poner, otra vez).

Él pensaba que tendría que hacer carrera para crecer y ser uno de los payasos más reconocidos de su país (México) y porque no del mundo, ganando por supuesto un alto sueldo en euros. Si bien había encontrado su vocación sentía que algo le faltaba hasta que sucedió algo en su vida que según me contó, marcó un antes y un después. El a ese evento lo denomina un Zape.

Zape: Amable recordatorio que se aplica con la parte suave de la mano sobre la región occipital del cráneo. La intensidad del golpe depende de la dureza de la cabeza de a quien se aplica dicho zape. (Definición que le pertenece al mismísimo Andrés)

El zape que la vida le dio a Andrés Aguilar

Un día entró a un hospital promocionando un circo del cual era payaso, en dicha situación entra en una habitación donde había una niña enferma en un cama, estaban sus padres y una pareja de doctores. Al entrar en la habitación, (él, por supuesto, con su atuendo completo de payaso) la niña se sentó en su cama y comenzó a hablarle, a conversar con él, a preguntarle cosas tales como: ¿quién era y que hacía allí?, ¿por qué estaba vestido así?, lo que denotaba que la pacientita nunca había visto un payaso. Al ver a la niña hablando y sentándose en la cama todos en la habitación se sorprendieron, la madre comenzó a llorar y a gritar casi desesperadamente diciendo: -“Es un milagro, es un milagro…”-

Andrés cuenta que como nunca vio un milagro, se asustó y comenzó a mirar para arriba a ver si algo descendía del cielo o sucedía una Epifanía mediante un terremoto o temblor.

Ante la situación confusa de la madre gritando: “Es un milagro” y Andrés agarrándose de las paredes, la niña muy tranquila le da una respuesta a la madre muy sencilla y contundente que fue el Zape que la vida le pegó a Andrés y creo nos pega a todos, y por eso el objeto de este artículo.

La niña le responde a la madre: “No mamá no es un milagro, es un Payaso”

La niña estaba postrada en su cama, sin hablar, sin reacciones, enferma.

El milagro había sucedido por el simple hecho de que alguien entrara en esa habitación con ganas de llevar alegría y humor. El milagro fue que la salud de la niña cambio por el simple y sencillo hecho de la presencia del payaso. El zape para Andrés Aguilar fue descubrir que su “carrera profesional” no era ser el payaso más famoso del mundo y ganar mucho dinero con sus actuaciones, sino ser un productor de estos sencillos milagros (si es que a la palabra milagro le cabe la adjetivación de sencillo), a los cuales se dedica actualmente a través de Risaterapia una ONG que tiene unos 600 voluntarios activos de distintas profesiones que trabajan en 19 ciudades de México y atienden aproximadamente unos 45 hospitales.

Martín Gómez
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