¿Qué hacer? ¿Qué hago?

¿Qué hacer? ¿Qué hago? Si la sangre está brotando y el hueco en mi pecho se esparce; “es mi culpa”, me digo. “Es su culpa”, me dicen, pero ya no importa si el autor es quién hace o quién se deja hacer, el resultado es el mismo. ¿Que haré? ¿Que hará? me sigo preguntando. Mi corazón está tan roto que ya no hay maneras de que se rompa más, pero el silencio deja escuchar que la pieza más pequeña puede todavía quebrarse. Cuando parará? ¿Cuando será el límite? ¿Cuando dejaré de sentir esta angustia que recorre mi cuerpo? Cuando será el día que termine de romperme de una vez? Para por fin poder ser mía, vacía pero mía; ya no más tuya. Ya no quiero ser tuya; pero lo soy y, aunque ansío el día en que tu sonrisa ya no me provoque mariposas ni hormigueos tu tacto, sé que mientras la última astilla viva de mi marchito corazón viva, mi respiración se acelerará al escuchar tu nombre, las lágrimas saldrán al recordarte y seguiré siendo completa y únicamente tuya.

Leslie Marinelli
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