“La grieta” un invento no argentino

En uno de los pasajes menores, pero más importantes, de la película “Enemigo al acecho”, la historia hollywoodense que retrata la vida del francotirador ruso Vasili Zaitsev contra su rival alemán durante la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial vemos una realidad que nos puede ayudar a dilucidar este tema.

En ella el personaje del Comisario Danilov muy ofuscado le dice al héroe de guerra que el socialismo termina siendo un engaño, ya que siempre habrá algo que quieras tener que el otro posee y que el Estado no podrá darte, hablándole del amor del personaje femenino Tania Chernova (Raquel Weisz).

Esta es la verdadera grieta, y es por ello que no es un invento argentino, aunque muy en boga de todos nuestros habitantes en este tiempo.

Todos los países poseen una, o varias, en diferentes áreas o arenas del desarrollo humano. Siempre han estado, siempre han existido, desde tiempos antediluvianos podemos rastrear posiciones que no pueden ser conciliadas, y gente dispuesta a morir por esas posturas.

La grieta mayor de este tiempo no resulta entre antagonismos políticos o formas de ver y encarar el bien del pueblo, ni siquiera en intereses económicos subyacentes detrás de la praxis política y gubernamental, no, la grieta es más que nunca, moral.

La grieta que vivimos es primordialmente moral, una grieta entre lo que es moralmente aceptable y lo que no.

Entiendo que puede haber aquí una contra-argumentación de índole cultural, si tomamos el concepto filosófico de moral ligado a la cultura de los ciudadanos. Pero aquí no debe obviarse un detalle no menor, la cosmovisión cristiana, zanja esta discusión no dejando al hombre la prerrogativa de dictarse sus propias leyes morales sino estableciendo una superior para todos, en todo momento, en todo ámbito, en todo período histórico, establecida por Dios para beneficio de la humanidad.

Ahora volvemos a lo anterior, la dispersión de lo que “está bien”, debido a la objetividad del que lo mira, puede ser tan grande que genera una diáspora de pensamientos y un universo inabarcable, donde tenemos: desde el “que se vayan todos”, pasando por el “roban pero hacen” hasta llegar a los que dicen que tal o cual presidente es gato.

Personas proclamando que son de derecha, que son de izquierda, que son de centro inclinado hacia un lado. Ya el común de la población no distingue entre asuntos metafóricos y/o gramaticales, y muchos otros no ven más allá de sus narices. Por caso, el otro día alguien me acusaba por las redes sociales de estar equivocado en mis opiniones acerca de un tema y que él estaba en lo correcto y que yo era “un facho”; no pude evitar la contradicción que se planteaba y pensé en que estaba en los albores del fascismo del antifascismo.

Algo así como “Tu no puedes imponer tu pensamiento porque aparte de equivocado eres fascista si lo haces, los que piensan como yo estamos en lo correcto, así deberían pensar todos”. El típico apego a la democracia que tienen los perdedores de hoy y siempre.

¿Cómo salimos de la grieta no argenta?

En realidad la pregunta sería ¿Algún país logró salir de ella? Qué hicieron los países que aún hoy siguen creciendo a pesar de convivir con estas posturas.

Creo profundamente que estamos entrampados si queremos eliminar la grieta, siempre habrá algo que el otro quiera, o que lo mueva a ser diferente. El enfoque entonces varía, debemos aprender a sobrellevarla, minimizar su impacto en objetivo de algo común.

Dejando de lado las estrategias del terror y la manipulación de la clase gobernante de algunos de ellos, que sólo la tapan con la alfombra, la experiencia ha sido siempre la misma (acompaño los pasos con una cita bíblica para demostrar que esto no es un secreto sino que la receta siempre estuvo a nuestro alcance).

  • Una comprensión mental diferente. Romanos 12:2
  • Una base amplia de acuerdos. Amós 3:3
  • Trabajar para lograr esos acuerdos. 2° Crónicas 15:7

Pueden tildarme de retrógrado, oscurantista, fascista, lo que deseen, pero tanto el estado como la educación en todos sus estamentos no lograrán jamás lo que la familia debe hacer con las generaciones venideras; estas tres variables, comienzan en los hogares.

Mariano Manuel Zavala
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