La democracia, en nuestro país, tiene varias deudas, pero la más importante, sin lugar a dudas, es que luego de 37 años de este sistema de gobierno, no hayamos sido capaces de, al menos, ir disminuyendo el hambre, que no es otra cosa que la peor de todas las desigualdades que pueden existir. Agravado, sin dudas, por la pandemia del Covid- 19 y por la eterna cuarentena, el último informe del I.N.D.E.C realmente es estremecedor; sobre todo porque se sabe claramente (como bien lo explican en la página 11 del informe) que las dificultades en la aplicación de la modalidad para este tipo de encuestas fue diferente producto de la pandemia. Midieron 40,9 %, pero si se deduce que ese número es del primer semestre del año, donde los tres primeros meses fueron casi normales y los otros se vieron afectados por el Covid- 19 – cuarentena eterna, al día de hoy sería de alrededor del 47 % (hay 5 millones de nuevos pobres). Casi la mitad de la población es pobre, 7 de cada 10 niños en nuestro país es pobre, estos datos, que siempre pasan rápido, deberían hacernos reflexionar, para luego actuar rápidamente; con estas cifras, no hay país posible, no hay futuro, al menos como uno sueña, desea o quiere que se desarrolle un país: con posibilidades. La peor grieta es la pobreza, sin dudas.
Otro número alarmante es que hay 4 millones de desocupados (entre empleos en blanco, en negro, cuentapropistas, emprendedores, monotributistas); también trae esta tremenda carga, sumado a las medidas económicas desacertadas por parte del gobierno nacional, no se avizora, en el futuro próximo, una recuperación en la generación de trabajo.
Este análisis, a seis meses y medio de haber aplicado la cuarentena, se hace necesario; las acciones a aplicar tienen que ser inmediatas; si se sigue usando el latiguillo de todo lo que se podía haber evitado, cosa que es cierto, pero se olvidan de lo que pasa (números del INDEC mediante), lo que se viene (como consecuencia de esos números) es una profundización de la crisis como nunca se vio; la imprevisión es la peor consejera, la falta de un plan de cómo vamos a salir de esta situación, es la gran preocupación. Priorizar temas como la reforma de la Justicia en este contexto, parece un chiste, un mal chiste que muestra las intenciones de un gobierno nacional perdido entre las necesidades de su vicepresidenta, y el laberinto de los problemas que el presidente no sabe enfrentar.
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