Estadísticas de muerte, vivas nos queremos

Marita, Micaela, Maira, Diana, Araceli, Ángeles, Carla, Fátima, Candela, Wanda, Rosana, Sandra, Nora, Paulina, Rocio, María Marta, Liliana, María Emilia, Ana María y miles de nombres más fueron vidas arrancadas por la violencia machista. Una mujer cada 36 horas. Dejan de ser amigas, madres, hermanas, compañeras, primas para pasar a ser un cuerpo en una bolsa negra.

El 2019 que apenas esta empezando es uno de los años más intensos, año electoral. Nuestra provincia esta tumultuosa, varios personajes conocidos de la política están reforzando sus redes sociales y se muestran.Se están moviendo las primeras piezas de este año electoral en el hay que jugarse el todo por el todo. Sin embargo, nosotras seguimos muriendo y esa lista del comienzo asciende, en menos de 55 días del 2019, a 35 víctimas de femicidio.

¿Qué es femicidio? Femicidio es la forma más extrema de violencia hacia la mujer, es cuando un hombre mata a una mujer por considerarla de su propiedad. Puede producirse también, un femicidio vinculado, es cuando la víctima es asesinada por estar en la “línea de fuego”cuando se produce el crimen o si el femicida lastima o asesina a otra persona (generalmente hijo o hija) que tiene un vínculo con la víctimacon el objetivo de dañarla.

Según el “Informe de investigación de femicidios en Argentina desde el año 2008 al 2017” del Observatorio Adriana Marisel Sambrano, hubo 2679 femicidios y femicidios vinculados de mujeres y niñas. Así mismo, hubo 268 femicidios vinculados de hombre y niños y 3368 hijas e hijos quedaron sin madre. El 62% de los femicidas son parejas o exparejas y el 51% de los casos es en los hogares de las víctimas. Asimismo, el Chaco tiene una tasa de femicidio del 8,24% (informe hasta el 2017 basado en el censo 2010).

El Informe 2018 del Observatorio de Femicidios tiene datos relevados hasta noviembre ya que no está terminado. Hasta dicha fecha ocurrieron 251 femicidios que incluye 28 vinculados y 6 de personas trans. El 19,1% fueron menores de 18 años, de los cuales hay 26 casos de niñas de 12 años. Los datosobtenidos exponen que las modalidades frecuentes son por el uso de armas, puñales y golpes. Hasta noviembre de 2018, 45 de las víctimas habían denunciado previamente a su femicida

Estas alarmantes cifras son necesarias para que dimensionemos en la crisis en la que nos encontramos. Nos sirve para comprender la gravedad que conlleva que el gobierno no planifique políticas públicas de prevención de violencia hacia la mujer. También para sumarnos al grito desesperado de cada madre que busca a su hija desaparecida, en el llanto de familiares cuando encuentran el cuerpo sin vida, ultrajado y violado de una chica que salió a bailar o salió al almacén y nunca más volvió porque lamentablemente la realidad hace reventar a la estadística.

Es tan frívola la situación que nos convertimos en númerosporque cada cifra fueron mujeres, como lo nombres al comienzo. El acoso callejero, el manoseo en el boliche, el maltrato por salir de noche a bailar, el hostigamiento en la pareja, el disciplinamiento en la política, la violación a nuestros cuerpos, no dejarnos decidir parir y obligarnos a cumplir con los estereotipos y cánones estéticos, la romantización del trabajo doméstico y a mucho menos fuimos reducidas históricamente las mujeres.

Teniendo estudios y cifras la realidad no mejora, consideradas ciudadanas de segunda se recorta el presupuesto para los programas de prevención de violencia hacia la mujer, con esto quiero decir que el Estado nos está violentando desde que se firma esa decisión. El senado de la nación lo demostró el año pasado votando en contra de la legalización del aborto, cuando millones de mujeres se congregaron en todo el país aguardando en las plazas con temperaturas bajo cero abrazadas. Aunque se conocía desde temprano el resultado, escucharlo oficialmente fue un hecho de violencia institucional desgarrador, automáticamentecada militante pensó en las mujeres que mueren a causa de abortos clandestinos.

Dimensionemos esa violencia desde el Estado, un Estado que no le interesa la vida de miles de mujeres argentinas. La violencia de decidir sobre los cuerpos no lleva a la muerte de niñas de 13 años obligadas a parir, sin acceso a la educación ni a la salud con un gobierno que recorta en educación y elimina el Ministerio de Salud.

El taxista y el colectivero gruñen y nos agreden cuando salimos a las calles a protestar. Una protesta completamente válida que nos une a mujeres de todas las edades porque salimos y no sabemos si volvemos, porque no podemos caminar solas de noche, porque nos violan, porque nos matan y porque cada femicidio se lleva una parte de nosotras, lloramos y nos amargamos ¡y todavía nos preguntan por qué salimos furiosas a la calle! Furiosas también por la antipatía de un gran sector de la sociedad.

Tenemos frente a nosotros estadísticas de muerte y un Estado ausente, una situación de alarma y no estamos resolviendo. Los femicidios en Argentina aumentan y la violencia hacia la mujer nos sigue impactando todos los días en los diferentes campos en los que nos desarrollemos.

Resolver esta problemática es una urgencia social, y “resolver” quiere decir justicia social, políticas públicas de inclusión con educación sexual en todos los niveles educativos. Políticas públicas de prevención de la violencia y de concientización. Políticas de salud en las que la mujer sea comprendida como ser social atravesada por muchas vivencias y sentimientos y no como una maquina de cumplimiento moral. Con la paridad y no solo en cantidad, si no, en igualdad de cargos. Necesitamos que todos los funcionarios y cada empleado público posea capacitación sobre género y sexualidad, que todos los organismos públicos y privados tengan un protocolo de acción ante un hecho de violencia machista. Porque jamás alcanzaremos la justicia social sin igualdad de género y esto es un deber del Estado y un trabajo colectivo de todos. Las cifras no bajan solas, no vamos a dejar de ser una estadística de la muerte hasta que nos involucremos con conciencia y esto es una decisión política que, además de estar en cada uno, para obtener resultados de vida, tiene que ser colectivo.

Rocio Zalazar Bottcher
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