El peligro de las buenas intenciones

Continúa la pandemia por el Covid- 19, la cuarentena y el temor. Todos, absolutamente, lo vivimos de manera diferente, extrañando y añorando el tiempo ido en todos los sentidos. La posibilidad de adaptación a este contexto depende de muchas variantes, arrancando por la salud personal y familiar, y siguiendo por la economía doméstica, el trabajo, las actividades en el hogar, los pasatiempos, las relaciones personales, etc.

Todos hemos aprendido bastante del virus, sabemos cuál es el grupo de riesgo, y en ese sentido nuestros adultos mayores son los que más restricciones tienen, algunas por las mismas disposiciones y otras que se las imponemos los que tratamos, a diario, con ellos, pero una cosa es diez o quince días, y otra es, treinta que seguramente serán bastante más.

Las buenas intenciones chocan contra usos y costumbres, no me voy a referir a los errores que se cometieron, como ser juntarlos a todos los jubilados con los beneficiarios de otros planes para cobrar, el mismo día, en todos los bancos del país; tampoco a la distribución de turnos para la vacuna antigripal que promocionaban por todos los medios de comunicación, en muchos casos la vacuna no estaba y debían andar, de acá para allá, para ver si encontraban alguna; u obligarlos a sacar un permiso para poder circular a los mayores de setenta años ( como en CABA ). Quiero hablar de lo que les quitamos prohibiendoles que vayan a hacer las compras, que salgan a dar sus vueltas habituales, que se junten con sus vecinos y amigos, que tengan, sencillamente, la libertad de hacer lo que, justamente a esta altura de la vida, tengan ganas de hacer. En esta especie de jueces en la que nos hemos convertido, siempre con el afán de cuidado y protección, por supuesto, estamos haciendo perder el sentido de lo que hace bien, del disfrute, se nota en sus ojos, en el tono de voz, en la resignación con la que aceptan nuestros planes organizándoles sus casas, sus espacios, sus tiempos.

Tratemos de escucharlos más, de aguantar algún berrinche, buscarles alguna novedad que pueda conciliar su atención. Que nuestras buenas intenciones no choquen con la soledad y la decepción, contra la falta de ganas y el principio de una depresión. Lo que para nosotros es darles seguridad, a cierta edad, puede sonar como algo sin importancia. Tratemos de prestarles, con cariño, la atención que se merecen. Tratemos.

German Perelli
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