La dimensión de un prócer, Alberdi.

Este texto no tendrá sentido sino solo hasta el final, pero al llegar a él será demostrada una vez más la importancia de Juan Bautista Alberdi, de una manera que al menos yo, no he visto repetidamente, y para el cual que no encontré mejores formas que estas. En el mismo orden de las cosas, hace días aconteció un nuevo aniversario de la firma y aprobación de nuestra Constitución Nacional, obra fundamental que en la realidad práctica junto a otras cosas que la complementan, supo llevar a nuestra Nación a la riqueza y al apogeo. Es así que entonces, por el presente texto me propongo, y les propongo a ustedes lectores, recordar y algo más, a su gran autor espiritual e intelectual, Juan Bautista Alberdi.

Pero a objetivo de este texto y para secundar la obra de Alberdi, es menester repasar a los así llamados “Padres Fundadores” de los Estados Unidos de Norteamérica.

Benjamin Franklin, político, polímata, científico e inventor. Se ganó el título de The First American, por su temprana campaña por la unidad colonial a muy corta edad, y convirtiéndose en héroe nacional al encabezar esfuerzos para que se derogara la ley del timbre. Como el primer embajador en Francia, ejemplificó a la inaugural nación en la definición del ethos americano, como matrimonio de valores prácticos de ahorro, trabajo duro, educación, espíritu comunitario, instituciones independientes y oposición al autoritarismo, mediante los valores científicos y tolerantes de la Ilustración.

George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos y comandante en jefe del Ejército Continental en la guerra de la Independencia. Buscó de crear una nación capaz de sostener la paz y su “proclama de la neutralidad”, fue la base para evitar conflictos extranjeros. Apoyó los planes de un gobierno central fuerte y de un sistema fiscal eficaz. Evitó la guerra y mantuvo una década de paz con Gran Bretaña. Sus gobierno establecieron políticas y tradiciones que existen hasta hoy. Al finalizar su mandato se retiró nuevamente a la vida civil, estableciendo un precedente de transición pacífica y madura superación, contraria al instinto conservación del poder; tristemente para nosotros, un precedente que nunca pudo llegar nuestro país.

John Adams, abogado, diplomático, teórico político, cronista, corresponsal y líder del movimiento por la independencia de los Estados Unidos. Fue el primer vicepresidente y el segundo presidente de aquella nación. Jugó un papel importante en persuadir al Congreso para declarar la independencia, y ayudó a Thomas Jefferson en la redacción de la Declaración de Independencia. Como teórico político e historiador, escribió en gran medida la constitución del estado de Massachusetts en 1780, la Constitución federal se redactó en principios similares.

Thomas Jefferson, erudito y polímata, horticultor, político, arquitecto, arqueólogo, paleontólogo, músico, inventor y fundador de la Universidad de Virginia. Tercer presidente de los Estados Unidos. Durante la cual acontecieron la compra del Estado de Luisiana y la Expedición de Lewis y Clark. Fue el principal autor de la Declaración de Independencia. Como intelectual fue un ilustrado, encarnaba a Rousseau en cuanto que idealizaba al pequeño agricultor independiente como ejemplo de virtudes republicanas, y desconfiaba de las grandes ciudades, favoreció los derechos de los Estados y un gobierno federal estrictamente limitado; apoyó también la separación de Iglesia y el Estado.

John Jay, político y jurista, primer presidente de la Corte Suprema. Ejerció los cargos de embajador en Madrid y Londres. Se le debe el Tratado Jay en 1794, el cual evitó el inicio de una nueva guerra con Inglaterra. Junto a Alexander Hamilton y James Madison, escribió los muy trascendentes Federalist Papers.

James Madison, político, teórico político, y el cuarto presidente de los Estados Unidos. Contribuyó a la redacción de la Constitución, al punto de ser llamado “Padre de la Constitución”. Colaboró con Hamilton y Jay en la producción de los Federalist Papers. En 1789, como líder en la Cámara de Representantes escribió leyes fundamentales. Es reconocido como el escritor de las primeras 10 enmiendas a la constitución de los Estados Unidos, las cuales se conocen como la “Carta de Derechos”. Llegó a ser presidente luego de Jefferson y fue reelegido en 1813. Su presidencia consiguió una prosperidad que duró varios años.

Alexander Hamilton, economista, estadista, político, escritor, abogado, y el primer secretario del Tesoro. Influyente, intérprete y promotor de la Constitución de los Estados Unidos, así como el fundador del sistema financiero de la nación, del Partido Federalista, de la Guardia Costera y del periódico The New York Post.

Su visión incluía un fuerte poder ejecutivo, una enérgica economía comercial con un banco nacional, el apoyo a las manufacturas, y un ejército potente. Participó de manera destacada en la guerra de la Independencia. Luego de ella, decidió dedicarse al derecho. Lideró la Convención de Annapolis, decisiva para que el Congreso decidiera finalmente crear una nueva Constitución, en la cual tomó parte en su redacción. Contribuyó en The Federalist Papers, los expertos atribuyen 51 de los 85 Papeles a Alexander Hamilton. Estos son, hasta la fecha, la referencia única y más importante para la interpretación constitucional. ​

Dos conclusiones podemos sacar de lo anterior, la primera es la sucesión de las fechas, en la que cada uno de estos personajes pudieron ocupar el poder sin extenderse en él, siendo los más ilustrados quienes obtenían los cargos; y la segunda cuestión es la madures política con la que se fue tratando a ese poder, se cumplía el mandato y cada uno hacia efecto de la ley.

En Argentina nuestro país, en cambio, desorganizados por naturaleza y frente a una carrera contra el tiempo, no tuvimos founding fathers al estilo de la nación del norte. A lo largo de nuestra historia transitaron grandes hombres y mujeres pero no muchas veces estos coincidieron o estuvieron a la altura de ciertas situaciones. En su mayoría nuestros próceres destacan en materia militar, guerreando contra España o sus vecinas provincias, mas muy pocas veces destacan en el arte de gobernar y conversar.

Al mismo tiempo, algunos de los ilustrados más enérgicos a los que podemos llamar “padres”, podrían ser Mariano Moreno, Juan José Castelli, Manuel Belgrano. El primero de ellos, doctor en leyes, periodista, político, y uno de los dos secretarios de la Primera Junta, fue progresivamente descartado y muere curiosa y misteriosamente envenenado en 1811 a menos de un año de la revolución de mayo. El segundo, abogado, funcionario del Virreinato, y luego vocal de la Primera Junta; representante de la Junta en el ejército del Perú el cual tras la derrota, fue destituido y se le ordenó el regreso donde el gobierno le inició un juicio que nunca finalizó, ya que falleció durante el proceso, en 1812, a tan solo dos años de la Primera Junta. El tercero fue el más difícil de doblegar, abogado, economista, periodista, político, diplomático y militar, partícipe en la defensa en las dos Invasiones Inglesas; uno de los principales impulsores de la Revolución de Mayo, fue vocal de la Primera Junta; algunos dicen que para descartarlo de la política porteña fue nombrado jefe de la expedición al Paraguay y general del Ejército del Norte; también comandó la Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú, que resultó en derrota; creó en un acto muy audaz, la bandera de Argentina; y vio la muerte, el 20 de junio de 1820, una profunda pobreza y abrumadora soledad e inadvertencia.

Lenta pero continuamente el poder central pudo ir descartando opositores. En 1816 se firma la declaración de independencia de algunas provincias, y con ella, el acta de inicio de la continua y larga sucesión de guerras civiles y alternancias de poderes en nuestra historia. Desde ya quedan expresadas las diferencias en cuanto a emancipación, trato y constitución en los primeros momentos, de las dos naciones: Estados Unidos de Norteamérica y la República Argentina,

Pero con la revolución de mayo además de nacer el primer alarido de libertad y autogobierno, también nace Juan Bautista Alberdi. Fue el teórico y autor intelectual de la Constitución Nacional que se firmará en 1853. Con ella, y con la riqueza y el providencial beneficio comparativo de nuestra tierra, en 50 años, llevará a la Argentina a posicionarse como una de las potencias económicas en el mundo, disputando nada más y nada menos el puesto, con los Estados Unidos, una nación que se vio independiente de una manera completamente diferente, 40 años atrás, y que se Constituye también 66 años antes que nuestra nación. Igualmente hacia principios de 1900 la riqueza era similar.

Podría detenerme en lo anterior y extenderme, de mencionar la expansión demográfica, el crecimiento económico, la diplomacia, la educación y la superación del analfabetismo, las exportaciones y las importaciones, los inventos, los ferrocarriles, el telégrafo.

Muchas veces se realizan estas distinciones y cómo la argentina supo ser tal potencia ¿Pero en proporción de qué? Las palabras suenan vacías sin las correctas comparaciones, pocas veces se atiende la magnitud de la importancia que tuvo el desarrollo constitucional para culminar en tales cosas.

Y lo que es menos atendido aun, el rol de Alberdi, constantemente perseguido y con pocos ratos de paz, pudo lograr en nuestro país con una Constitución lo que a Estados Unidos le llevó casi el doble de tiempo. Si es el momento de ser patriotas y apelar al pueril pero efectivo sentimentalismo con números, pensemos, los Estados Unidos de Norteamérica tuvieron a 7 y más grandes hombres en que sobre sus hombros se depositó la prosperidad que devendrá en su nación; Argentina por el contrario casi que solo ha tenido a Alberdi, a sus libros y al amor por la libertad. He ahí la comparación necesitada.

Es menester, resaltar y continuar resaltando el labor de Juan Bautista Alberdi, y situarlo en el lugar de prominencia que tanto se merece. Pero digo más, resaltar queda chico, ante la falta de reconocimiento; mientras lamentablemente de forma continua seguimos siendo parte de una sucesión de generaciones que no pueden evitar la caída de una nación por el camino de decadencia que parece no tener fin. Es por esto que la única forma de rendirle homenaje a este gran intelectual y padre fundador de la libertad y prosperidad nacional es no solo recordarlo, sino también revivirlo.

Ivan Fonteina
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