Mares de plástico: cómo afecta este fenómeno y cómo podemos evitarlo

Los océanos del mundo reciben unos 200 kg de residuos plásticos por segundo. Esta cantidad, anualizada, es equivalente a aproximadamente 8 millones de toneladas que son vertidas a esta importante fuente de alimentos y componente esencial de la biosfera.

Leído así, fríamente, es muy difícil apreciar la magnitud de lo que tales cifras representan en términos de daño ambiental. Por eso, para poder entender este problema en profundidad, afortunadamente contamos con mucha información.

Los mares de plásticos: comencemos a entender el problema

No cabe duda de que el plástico ha sido un material revolucionario; prueba de ello es que en los últimos 50 años su utilización se incrementó 50 veces, pasando de 15 millones de toneladas en 1964 a 311 millones de toneladas en 2014; y se espera llegar a 600 millones de toneladas en 2034.

El plástico posee numerosas ventajas, entre las que se destacan el bajo costo, el fácil procesamiento y sus múltiples propiedades funcionales. No obstante, así como posee propiedades favorables, también presenta una seria desventaja: el tiempo que tarda en degradarse, que en ningún caso es inferior a los 150 años.

La durabilidad del plástico es, precisamente, la que está asociada al impacto ambiental que produce.

Mares de plástico: contaminación, riesgo toxicológico y una grave amenaza a la biodiversidad

Sabemos que del total de residuos plásticos que llegan al mar el 15 % pasa a conformar islas flotantes, otro 15 % llega a las costas y el 70 % restante se hunde en su fondo.

Las islas flotantes, por caso, son una verdadera fuente de contaminación. El plástico, durante su largo y lento proceso de degradación, libera metano y etileno; ambos gases, junto con el dióxido de carbono y otros, son causantes del efecto invernadero.

Estos mares de plástico varían en extensión, desde 1.000.000 de km2 los más “pequeños”, hasta 10.000.000 de km2 el más grande. Para dimensionar, este último valor es equivalente a la superficie de un país como Argentina.

Pero el problema no se remite solo a la cantidad de plástico en los mares –según Ocean Conservancy, para 2025 la acumulación de plástico en los océanos podría alcanzar 250 millones de toneladas-, sino también a su efecto sobre la fauna marina.

El plástico, en su lento proceso de degradación, se va fragmentando en pequeñas fracciones. Así, estos fragmentos se mezclan con el plancton marino y pasan a formar parte de la cadena trófica.

El resultado final es que estas micropartículas que sirven de alimento para los peces, terminan en el hombre, el último eslabón de la cadena. Según estudios recientes de la Universidad de Newcastle (Australia), la cantidad de plástico que ingerimos por semana es equivalente a una tarjeta de crédito.

Pero, tanto más grave que lo anterior, es la ingesta de productos plásticos por parte de la fauna marina, lo cual produce la muerte de una cantidad inapreciable de individuos. A esto hay que sumar, además, el aporte que hacen las redes de pesca que los inmovilizan y terminan también matándolos.

Mares de plástico: en búsqueda de soluciones

Expuesto el problema, el paso siguiente es pensar en acciones para solucionarlo, ¿las hay? sí. La cuestión es ponerlas en práctica, lo cual se constituye en la parte más difícil dados los intereses económicos que giran alrededor de esta industria. Algunas de ellas son:

  • El reciclado. Es una de las 3 R de la ecología, que significa que el residuo se transforme nuevamente en insumo. El reciclado forma parte de un sistema de gestión integral de residuos y a corto plazo nos permitiría disminuir considerablemente los deshechos que van al mar.
  • Reducir la dependencia del plástico. Cada vez son más los países que imponen normas que prohíben la utilización de bolsas y plásticos desechables.
  • Aplicación de impuestos sobre productos plásticos. Dado que el plástico producido a partir de combustibles fósiles es más barato que una alternativa renovable, se debe desestimular la fabricación aplicando tasas que los encarezcan.
  • Implementación de la economía circular. Salir de un esquema de producción lineal tal cual ha predominado hasta el presente; esto implicaría un salto de calidad considerable en materia de reducción de impactos ambientales.
  • Responsabilidad extendida del productor. Esto implica un mayor compromiso del fabricante en la manipulación, recolección y reutilización de residuos plásticos.
  • Ecodiseño. Significa integrar aspectos ambientales en el diseño y desarrollo de productos con el objetivo de disminuir los impactos negativos sobre el medio ambiente y debe abarcar todo el ciclo de vida del producto.
  • Innovación. Definitivamente la mejor alternativa para encontrar sustitutos del plástico biodegradables o plásticos con mayor grado de reutilización, reciclado y que produzcan menos contaminación.
  • Educación ambiental. Un aspecto clave para evitar la contaminación; toda acción de prevención es mejor que cualquier solución posterior de eliminación de residuos.

El problema de los mares de plástico es realmente un “problema”. Acciones para poner en práctica que podrían detener o mitigar la contaminación de los océanos hay muchas y no se agotan en las enunciadas.

Pero, muy a nuestro pesar, aún falta recorrer un largo camino en lo que son los aspectos más importantes: una mayor sensibilización y concientización social acerca de las consecuencias de la contaminación de los mares con residuos plásticos. Así, mientras nosotros los seres humanos no tomemos conciencia de ello, el futuro de nuestro planeta estará seriamente comprometido.

Silvio Monteleone

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