Si hay elecciones, que no se note: el desinterés y la atomización dominan la escena política

El actual proceso electoral es inédito. Tal vez como nunca antes desde el retorno de la democracia, la desilusión, el desinterés y la atomización dominan la escena política.

Del lado de la sociedad, las elecciones provinciales, salvo algunas excepciones puntuales (como Tucumán o Formosa) se han caracterizado por un altísimo nivel de absentismo, votos en blanco y anulados, cuya sumatoria se elevó a más del 50 o del 60 por ciento del padrón.

Hay manifiesta disconformidad con el gobierno actual y con su predecesor, y nadie percibe una alternativa de cambio superadora, gane quien gane. A lo sumo, quienes concurran a las urnas intentarán hacer control de daños.

“La Grieta” se reconfigura de una manera morbosa: para algunos, la victoria de UxP se asocia con el Apocalipsis. Para otros, la de cualquiera de los candidatos de JxC o de un devaluado Javier Milei. Si hay algo en lo que los encuestadores están seguros de no fallar es en el ítem que impera en todas las encuestas cualitativas: la desesperanza.

Del lado de UxP, la campaña es la no campaña. Se insiste en que la campaña debe ser la gestión pero, ante las zancadillas constantes del FMI y su impacto inflacionario, difícilmente permitirá sumar votos entre los indecisos. Más allá de los esfuerzos de Sergio Massa, la mayoría de quienes terminen optando por UxP lo harán ante el espanto que genera la alternativa de un macrismo recargado.

Del lado de la oposición, Horacio Rodríguez Larreta no consigue elevar significativamente el amperímetro, y los encuestadores insisten en afirmar, en off, que Patricia Bullrich sigue manteniendo una ventaja significativa.

Aunque no se lo admita públicamente, tanto las chances del ministro de Economía como las del alcalde porteño se incrementan en la medida en que se registre un bajo caudal electoral, lo que fortalece el impacto de los encuadrados y los empleados públicos en las urnas. O, al menos, es la hipótesis que se maneja en sus entornos, no siempre en la misma sintonía de los candidatos.

En esta misma línea de interpretación se especula con que un alto porcentaje de votantes beneficiaría las chances de los candidatos críticos de “la casta”: Javier Milei y Juan Grabois. No es secreto para nadie que quienes prefieren al economista libertario son, en su mayoría, los mismos que manifiestan sus dudas sobre concurrir o no a las urnas. Su principal dilema reside en cómo debe expresarse su condena a la política criolla: votando una opción anti-política o, simplemente, dándole la espalda a las elecciones.

Con Grabois pasa algo diferente. También constituye una opción crítica de la política, pero que expresa a sectores altamente ideologizados o que dependen de la asistencia estatal. El objetivo del piquetero de cuna de oro consiste, simplemente, en aguarle la fiesta a su competidor interno dentro de UxP. Sabe que no puede aspirar a la presidencia en lo inmediato, pero sí a conformar una alternativa populista al desfalleciente cristinismo a mediano plazo.

Con Patricia Bullrich pasa algo diferente, ya que nadie podría considerarla como una candidata anti-casta, ya que no dejó prácticamente espacio sin exprimir en beneficio propio a lo largo de su trayectoria. Tampoco seduce a los indecisos, ya que su tono autoritario y el programa de ajuste que no oculta constituyen una condena letal para quienes sólo esperan que la política deje de hacerles daño.

La diferencia con Milei es clara: mientras que muchos excluidos o que han visto desplomarse su bienestar en los últimos años creen que el libertario haría el ajuste sobre la “casta”, saben que las víctimas del ajuste de Bullrich serían ellos mismos.

De este modo, mientras que para los políticos profesionales el escenario deseado sería el de una bajísima participación electoral, para los novatos en las lides electorales la opción inversa sería la más deseada.

Con el agravante de que para Grabois el objetivo consiste en hundir la candidatura de Massa sin otra alternativa que una promesa de futuro, en tanto que para Bullrich y Rodríguez Larreta la victoria en las PASO parece abrirles el camino de la victoria. En este juego de ajedrez resulta estratégica la pieza Milei para Sergio Massa, ya que una buena elección del líder de La Libertad Avanza se llevaría los eventuales votos indecisos que podrían recaudar el piquetero y JxC, en lugar de encaminarse hacia la abstención o el “voto últil” en uno u otro caso.

No se trata de guardar las urnas. Pero, al menos, que no aparezcan demasiado visibles.

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