Cuando hablamos de federalismo no lo hacemos desde la teoría, sino desde la vivencia diaria de quienes conocemos el interior profundo, sus necesidades, sus tiempos, sus potencialidades. Por eso, ver cómo se intenta transformar al INTA —una institución con más de seis décadas de presencia activa en el territorio— en una simple oficina dependiente del Poder Ejecutivo, no es solo un error político. Es un retroceso.
Presenté un proyecto en la Cámara de Diputados para rechazar esta iniciativa del Gobierno nacional que pretende desarticular la estructura participativa y federal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. El INTA no es una oficina técnica: es una red viva de conocimiento, producción, y desarrollo que acompaña a las economías regionales en cada rincón del país.
Desconocer su valor es desconocer la historia del agro argentino, pero también es ignorar el presente. Porque hoy, más que nunca, el INTA cumple un rol irremplazable: conecta la ciencia con el trabajo rural, la innovación con el arraigo, la investigación con la soberanía alimentaria.
Eliminar su autonomía es centralizar decisiones que deben seguir naciendo del territorio. Es recortar voces que deben seguir representadas en sus consejos regionales. Y es, sobre todo, debilitar una herramienta estratégica para un país que necesita producir más, exportar mejor y cuidar a los que viven de la tierra.
Este proyecto no es solo una defensa del INTA. Es una defensa del federalismo real. De ese que no se declama, sino que se construye todos los días desde instituciones como esta, con técnicos, productores y comunidades que trabajan juntos, lejos del poder pero cerca de la Argentina que alimenta al mundo.
Porque el INTA no se toca. Se cuida. Se fortalece. Se escucha.
- Defender al INTA es defender el federalismo - 28 de mayo, 2025
- El ajuste que no paga la casta, lo sufren los jubilados - 4 de diciembre, 2024
- Ahora y siempre Argentinas - 2 de abril, 2021